
Claro está que sus cualidades han sido perfectamente identificadas por inversionistas de distinta índole y presupuestos. Por un lado, tenemos ciertas agrupaciones que, con mucho esfuerzo, han logrado entregar una interesante rehabilitación con plena conciencia y respeto por las condiciones y fortalezas patrimoniales, y por otro, los mega inversionistas que, obviamente, aprovechan la oportunidad que les permite la norma de hacer todo lo que no está prohibido, traduciéndose en fuertes impactos que, tarde o temprano, lamentará la ciudad porteña. En consecuencia, al señalar que de poco o nada sirven los reconocimientos que ha tenido la ciudad, no son culpables precisamente los que construyen, sino, más bien, la norma que permite hacer lo que se está haciendo.


Innumerables torres sin relación alguna con su emplazamiento y esencia urbana, algunas, incluso, con dieciocho niveles de altura, con un estilo que nunca ha sido el de Valparaíso, más bien, un estilo que no es de nadie más que el de levantar y entregar, desaforadamente, la mayor cantidad de edificios con la mayor cantidad de departamentos posibles permitidos por la norma, mas aún, con el menor costo de inversión, tratando de recibir el máximo por el mínimo.
Equívocamente muchos tienden a asociar con esto un querer “sacarle partido a las fortalezas de la ciudad”, construyendo viviendas en uno de los lugares mas atractivos de la región y del país. Paradójicamente, por querer estar en dicho lugar, a partir de estas torres que permiten este beneficio, rápida y precisamente, son las que hacen que el lugar no sea el que quieren habitar. A partir de esta realidad, es la identidad de la ciudad puerto la que comienza a desaparecer y, junto con ella, las cualidades que consiguieron sus galardones y reconocimientos.


Las casas se han transformado en un escenario urbano para ser visitadas por estos edificios, los cuales, lo más probable, es que quedarán más tiempo que la causa y fundamento de su aparición. Cabe preguntarse sobre la existencia de una norma que proteja y resguarde tales fortalezas, por último, como respeto a quienes cooperaron y premiaron con grandes beneficios las cualidades de Valparaíso.
Pd: Lamentablemente el beneficio, en este caso a largo plazo, aun siendo más sano, interesante y fructuoso, no calza con nuestra ordenanza.